MIGUEL DE RUBIALES, artista barroco español:
En España el panorama de
escultura barroca es distinto a la mayoría de Europa en estos momentos (periodo barroco): la
decadencia del imperio dificultó el desarrollo de la escultura profana o
funeraria de carácter individual, pero en cambio se experimentó una
potencialidad en el estamento eclesiástico, como por ejemplo el florecimiento
de las cofradías religiosas que se convierten en un cliente importante: con
ello, lo popular penetra en el arte, y se produce un gran aumento de imágenes
procesionales, con influencia del gran movimiento religioso católico de la
contrarreforma (buscando concretar las ideas religiosas con un mayor sentido
plástico y dar una atención preferente a la expresión del sentimiento, frente
al protestantismo que rechaza el culto a las imágenes). La técnica preferente
para la realización de estas esculturas será: material madera de pino, roble,
cedro o nogal tallada y posteriormente policromada, y poco a poco se pasa del
gusto por la policromía brillante al mate. También los retablos cambian con
cada vez los marcos más complicados, y se pasa poco a poco de relieves a
esculturas exentas que se terminan convirtiendo también en imágenes
procesionales. Además a finales del s.XVI ya se observa en España una tendencia
hacia el realismo, como en otros países, mostrando las virtudes y defectos de
aquello representado. En el s.XVII esto aumenta hasta tal punto que para las
imágenes se utilizan trapos encolados de verdad como vestiduras e incluso cabelleras
postizas.
Se destacan dos focos
escultóricos ya a principio de la
centuria: uno en Castilla y Extremadura durante el periodo de Gregorio
Fernández (1576 Sarria, “Lugo” - 1636 “Valladolid”) y otro en Andalucía,
especialmente en Sevilla y Granada con Juan Martínez Montaés (1568 Alcalá del
Real, “Jaén” - 1648 “Sevilla”) y Alonso
Cano como cúspide representativa con su escultura “exquisita”. Sin embargo, a
partir de mediados de siglo, podemos encontrar una tendencia hacia el barroquismo
de las figuras, destacando la escultura de Pedro Roldán.
En el caso de Miguel de Rubiales,
se cree que fue un escultor del barroco español que gozó de bastante
reconocimiento durante su vida, aunque los datos que se poseen sobre él son
escasos. Nacido y muerto en Madrid (1645 – 1702), y según Palomino, discípulo
de Pedro Alonso de los Ríos (Valladolid 1641 – Madrid 1702), otro escultor de
renombre de la segunda mitad de siglo. Aunque esta hipótesis es discutida por
la autora Margarita Estellés, ya que opina que como mucho debieron ser
colaboradores, ya que ambos eran más o menos de la misma edad, y como en todo,
es posible que se influyeran mutuamente. Se conocen pocas obras realizadas por
Miguel de Rubiales: “el paso del Descendimiento”, de la capilla del Rosario de
la Iglesia de Santo Tomás; “el paso de Santa Elena”, del Carmen Calzado; y “la
Virgen de la Soledad”, del convento de la merced. De estas tres obras que se le
atribuyen, solamente conocemos una: “el paso del Descendimiento” (identificado
por Margarita Estellés en una fotografía del Archivo Moreno, a través de un
dibujo de la obra que se había publicado en el Semanario Pintoresco Español).
Como vemos ni siquiera tenemos la obra en sí, ya que se cree desapareció en un
incendio del templo que la albergaba. Aun así se han escrito obras sobre él
como “Observaciones sobre el paso del Descendimiento de Miguel de Rubiales”, en
los que se intenta analizar la maniera de este escultor, a través de esta
fotografía. En él, Margarita Estellés señala además de la gran carga de
movimiento del que está dotado el paso (paso en sentido de conjunto de figuras
escultóricas situadas sobre una plataforma, que forman un conjunto casi
pictórico). Además señala que en la foto se observa la delicadeza de los
rostros, pero sobretodo de las manos (cosa bastante inusual). Además aquí no se
ha perdido la calidad de los ropajes ni las cabelleras, a pesar de no ser
reales, como había pasado en otras partes de España en donde la tradición
empezada al principio del segundo tercio de siglo a añadir paños encolados como
vestiduras y pelucas reales, lo cual había producido un decrecimiento de la
calidad de algunas imágenes. Aquí loa ropajes y las texturas son
apreciablemente de calidad, con pliegues acertados que proporcionan un gran
movimiento al conjunto. La composición es compleja, una imagen de bulto redondo
con diferentes puntos de vista y escorzos: en ella identificamos a José de
Arimatea y a Nicodemo que descienden el cuerpo de Cristo, que recibe San Juan.
María Magdalena lo toma de los pies mientras la Virgen contempla los clavos en
su mano izquierda. No hay un excesivo dramatismo a pesar de la situación, todo
se produce con tristeza, reflejada por los rostros, pero con serenidad. Otros
pasos sucesivos, como el del mismo nombre de Gregorio Fernández respetará esta
misma composición.
En definitiva aparenta ser un
gran escultor de imaginería religiosa española de finales del siglo XVII, que
con la calidad que realizó esta obra (apreciable incluso a través de una
fotografía en blanco y negro y deteriorada), posiblemente fue reconocido en
vida, aunque a pesar de ello, solamente nos podemos limitar a citar las
características que poseía esta obra y no mucho más, ni siquiera afirmando que
esta fuera su modus operandi habitual.
![]() |
Madrid. Iglesia de Santa Cruz. Paso del Descendimiento, por Miguel de Rubiales. (Destruido). Fotografía Archivo Moreno. |
BIBLIOGRAFÍA:
-Juan Jose Martin Gonzalez. Escultura barroca en España 1600’ 1700. Manuales de Arte Catedra.
-Santiago
Alcolea. Escultura española. Ediciones Poligrafas, S.A.
-Margarita
Estellés. Observaciones sobre el paso
del descendimiento de Miguel de Rubiales. BSAA. 1978.
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