lunes, 25 de marzo de 2013


MIGUEL DE RUBIALES, artista barroco español:


En España el panorama de escultura barroca es distinto a la mayoría de Europa en estos momentos (periodo barroco): la decadencia del imperio dificultó el desarrollo de la escultura profana o funeraria de carácter individual, pero en cambio se experimentó una potencialidad en el estamento eclesiástico, como por ejemplo el florecimiento de las cofradías religiosas que se convierten en un cliente importante: con ello, lo popular penetra en el arte, y se produce un gran aumento de imágenes procesionales, con influencia del gran movimiento religioso católico de la contrarreforma (buscando concretar las ideas religiosas con un mayor sentido plástico y dar una atención preferente a la expresión del sentimiento, frente al protestantismo que rechaza el culto a las imágenes). La técnica preferente para la realización de estas esculturas será: material madera de pino, roble, cedro o nogal tallada y posteriormente policromada, y poco a poco se pasa del gusto por la policromía brillante al mate. También los retablos cambian con cada vez los marcos más complicados, y se pasa poco a poco de relieves a esculturas exentas que se terminan convirtiendo también en imágenes procesionales. Además a finales del s.XVI ya se observa en España una tendencia hacia el realismo, como en otros países, mostrando las virtudes y defectos de aquello representado. En el s.XVII esto aumenta hasta tal punto que para las imágenes se utilizan trapos encolados de verdad como vestiduras e incluso cabelleras postizas.
Se destacan dos focos escultóricos ya  a principio de la centuria: uno en Castilla y Extremadura durante el periodo de Gregorio Fernández (1576 Sarria, “Lugo” - 1636 “Valladolid”) y otro en Andalucía, especialmente en Sevilla y Granada con Juan Martínez Montaés (1568 Alcalá del Real, “Jaén” -  1648 “Sevilla”) y Alonso Cano como cúspide representativa con su escultura “exquisita”. Sin embargo, a partir de mediados de siglo, podemos encontrar una tendencia hacia el barroquismo de las figuras, destacando la escultura de Pedro Roldán.

En el caso de Miguel de Rubiales, se cree que fue un escultor del barroco español que gozó de bastante reconocimiento durante su vida, aunque los datos que se poseen sobre él son escasos. Nacido y muerto en Madrid (1645 – 1702), y según Palomino, discípulo de Pedro Alonso de los Ríos (Valladolid 1641 – Madrid 1702), otro escultor de renombre de la segunda mitad de siglo. Aunque esta hipótesis es discutida por la autora Margarita Estellés, ya que opina que como mucho debieron ser colaboradores, ya que ambos eran más o menos de la misma edad, y como en todo, es posible que se influyeran mutuamente. Se conocen pocas obras realizadas por Miguel de Rubiales: “el paso del Descendimiento”, de la capilla del Rosario de la Iglesia de Santo Tomás; “el paso de Santa Elena”, del Carmen Calzado; y “la Virgen de la Soledad”, del convento de la merced. De estas tres obras que se le atribuyen, solamente conocemos una: “el paso del Descendimiento” (identificado por Margarita Estellés en una fotografía del Archivo Moreno, a través de un dibujo de la obra que se había publicado en el Semanario Pintoresco Español). Como vemos ni siquiera tenemos la obra en sí, ya que se cree desapareció en un incendio del templo que la albergaba. Aun así se han escrito obras sobre él como “Observaciones sobre el paso del Descendimiento de Miguel de Rubiales”, en los que se intenta analizar la maniera de este escultor, a través de esta fotografía. En él, Margarita Estellés señala además de la gran carga de movimiento del que está dotado el paso (paso en sentido de conjunto de figuras escultóricas situadas sobre una plataforma, que forman un conjunto casi pictórico). Además señala que en la foto se observa la delicadeza de los rostros, pero sobretodo de las manos (cosa bastante inusual). Además aquí no se ha perdido la calidad de los ropajes ni las cabelleras, a pesar de no ser reales, como había pasado en otras partes de España en donde la tradición empezada al principio del segundo tercio de siglo a añadir paños encolados como vestiduras y pelucas reales, lo cual había producido un decrecimiento de la calidad de algunas imágenes. Aquí loa ropajes y las texturas son apreciablemente de calidad, con pliegues acertados que proporcionan un gran movimiento al conjunto. La composición es compleja, una imagen de bulto redondo con diferentes puntos de vista y escorzos: en ella identificamos a José de Arimatea y a Nicodemo que descienden el cuerpo de Cristo, que recibe San Juan. María Magdalena lo toma de los pies mientras la Virgen contempla los clavos en su mano izquierda. No hay un excesivo dramatismo a pesar de la situación, todo se produce con tristeza, reflejada por los rostros, pero con serenidad. Otros pasos sucesivos, como el del mismo nombre de Gregorio Fernández respetará esta misma composición.
En definitiva aparenta ser un gran escultor de imaginería religiosa española de finales del siglo XVII, que con la calidad que realizó esta obra (apreciable incluso a través de una fotografía en blanco y negro y deteriorada), posiblemente fue reconocido en vida, aunque a pesar de ello, solamente nos podemos limitar a citar las características que poseía esta obra y no mucho más, ni siquiera afirmando que esta fuera su modus operandi habitual.

Madrid. Iglesia de Santa Cruz. Paso del Descendimiento, por Miguel de Rubiales. (Destruido). Fotografía Archivo Moreno.


BIBLIOGRAFÍA:


-Juan Jose Martin Gonzalez. Escultura barroca en España 1600’ 1700. Manuales de Arte Catedra.     
            -Santiago Alcolea. Escultura española. Ediciones Poligrafas, S.A.
-Margarita Estellés. Observaciones sobre el paso del descendimiento de Miguel de Rubiales. BSAA. 1978.

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