lunes, 18 de febrero de 2013

ALFRED SISLEY, Veneux, por la tarde, en agosto, 1881.






ALFRED SISLEY

Veneux, por la tarde, en agosto, 1881






GUIÓN:

1.      OBRA
2.      FICHA TÉCNICA DE LA OBRA
3.      EL IMPRESIONISMO
4.      BIOGRAFÍA DEL AUTOR Y OBRAS
5.      IMPRESIÓN PERSONAL SOBRE LA OBRA
6.      LA OBRA EN LAS BIBLIOGRAFÍAS
7.      BIBLIOGRAFÍA







 1.     OBRA:





      2.     FICHA TÉCNICA DE LA OBRA:
            TÍTULO: Veneux, por la tarde, en agosto, 1881.
            AUTOR: Alfred Sisley.
            TÉCNICA: cuadro, óleo sobre lienzo en horizontal.
            GÉNERO: paisaje. (Paisaje a las afueras de Moret-sur-Loing).
            MOVIMIENTO: impresionista.


      3.     EL IMPRESIONISMO:
Los llamados impresionistas, forman parte de una curiosa y revolucionaria forma de ver la pintura. Rechazados por la propuesta de ruptura con el “gran arte” de la academia. Su objetivo: pintar la luz reflejada en la materia, utilizando colores puros mayoritariamente, y que sea la retina del ojo humano la que los mezcle. Éste planteamiento de pintar algo tan étero como la luz, les obliga a salir a la calle y abandonar el estudio cerrado. Por ser ésta cambiante, pintan del natural, y normalmente rápidamente, por ser ésta cambiante. Del mismo modo, nos dejan series de obras desde el mismo punto en diferentes horas del día, para mostrarnos el cambio, lo cual es denominado “serialismo”. Con la luz como protagonista de la composición, unos evolucionaron hacia la desmaterialización de la misma, y otros, como Sisley o Monet, quedaron como los impresionistas más puros, aún sin mostrar tanta evolución en sus obras como sus compañeros.
La luz de la que hablamos, no puede resplandecer al lado de blancos puros, ni puede ser protagonista en una obra de oscuras sombras. Por tanto, los impresionistas, mayoritariamente no utilizarán ni negros ni blancos puros, convirtiéndolos en penumbras y reflejos.
En definitiva encontramos una nueva forma de pintar, descrita a la perfección por un personaje de una de las novelas de Pérez Ayala: “Todo el aquel de ser pintor consiste en distinguir la luz de cada día de la semana, más que en distinguir los colores. ¿Quién no distingue el rojo del azul y del amarillo? Pero hay muy pocos que distinguen la luz del domingo de la del viernes o el miércoles… Las cosas son como son, sólo que los hombres tardamos en verlas. El sol de entre semana tiene una luz que alumbra, y aun calienta; pero no anima…”.


     4.     BIOGRAFÍA DEL AUTOR Y OBRAS:
Alfred Sisley, detalle de un retrato de Renoir, 1868
Alfred Sisley (1839, París – 1899, Moret-sur-Loing).

Segundo hijo de una familia de comerciantes inglesa establecida en Francia. A los 18 años fue enviado a Londres para perfeccionar su inglés y formarse en el negocio familiar. Allí básicamente pasó el tiempo visitando museos (mostrando interés por los paisajes de Turner, Constable y Bonnington), y en 1862 vuelve a París e ingresa en el estudio de Charles Gleyre (pintor académico de origen suizo), para seguir con su carrera artística. Allí coincide con Monet, Renoir y Bazille, a los que llamará sus “compinches”. Así pues aunque el taller cierra en un año escaso ya queda consolidado su preferencia hacia el paisaje y su amistad con estos tres grandes artistas. Él y sus “compinches” se reunirán en numerosas ocasiones desde entonces en Chailly, junto al bosque de Fonteinebleu, y en Marlotte, en la posada de la mère Anthony, para pintar los paisajes.
La academia, conocido su rechazo hacia los impresionistas, solamente le dejó exponer en el salón obras limitadas y en contadas ocasiones (1866, 1868 y 1870).
El autor tiene adjudicadas casi mil obras, de las cuales solamente 18 son anteriores a 1871. Éste mismo año será cuando coincida con Renoir y su hermano en Louveciennes, donde se refugiaba de la guerra Franco-prusiana. Hasta el momento había vivido de las rentas de su padre, pero a partir de aquí empieza su periodo de privaciones, lo cual le empuja a intentar vivir de su pintura (aunque en vida raramente consiguió vender un cuadro por más de cien francos).
En su estancia en Loveciennes (1871-1874), se dedica a pintar lugares cercanos al Sena, como Renoir, Monet, Pissarro o Bougival. Aunque a partir de 1872 Paul Durand-Ruel (un marchante que con poco éxito se ocupó de su obra y de la de otros impresionistas) empieza a comprar su obra y a exhibirla en su galería londinense de New Bond Street, Sisley no obtendrá jamás gran éxito. Aun así se reunirá con sus compañeros impresionistas en el famoso café Guerbois, en torno casi siempre a Manet, y se moverá por allí de forma discreta y siempre en segundo plano, observando como sus compañeros empiezan a adquirir renombre y él no.
En 1874 pintará una serie de vistas del Támesis, habiendo sido invitado a Inglaterra cuatro meses por Jean Baptiste Faure (uno de los pocos coleccionistas que por entonces se interesó por el impresionismo). En este año además contribuirá con cinco obras en la primera exposición impresionista que realizó nadar, aunque la crítica que recibió lo único que hizo fue empeorar aun más su situación económica. Al poco tiempo se trasladó a Mary-le-Roy, donde pintará varias vistas de “El Abrevadero”, situado cerca de su casa. En este periodo se consolida su impresionismo poético y romántico de suaves tonalidades rosadas y violáceas que lo caracteriza. Posteriormente seguirá participando en algunas exposiciones impresionistas (en 1876, 1877 y 1882, pero siempre sin gran éxito.
Entre 1877 y 1880 vivirá en Sevres, y en 1880 se trasladará a Moret-sur-Loing, donde plasmará numerosas escenas fluviales del Canal del Loing hasta el final de sus días, realizando exposiciones individuales y esquivando a sus antiguos “compinches”, cuya fama entre 1870 y 1890 había empezado a acrecentarse. Sus mas allegados afirmaron que del buen carácter que lo caracterizaba ya le quedaba poco en este periodo de su vida.
Otras obras a destacara son las marinas pintadas en su viaje a Gales en 1897, o la serie dedicada a la iglesia de Moret entre 1893 y 1894.
Finalmente en 1899 el artista fallece por un cáncer de garganta.


     5.     IMPRESIÓN PERSONAL SOBRE LA OBRA:
Precioso paisaje pintado con gran soltura, cosa que se aprecia por las pinceladas sueltas, pero en el que se observa un gran estudio de la luz, tanto sobre el follaje de la arboleda que tenemos ocupando toda la mitad derecha de la obra, como en el suelo que tiene el camino, como en el reflejo del agua en el curso del río, el cual invade la mitad inferior derecha de la obra, como en el cielo azul verdoso que lo corona. Se observa a lo lejos, entre el cielo y el agua, un segundo paisaje de fondo: un terreno con algunos árboles y lo que podrían ser personas, pues no se deja claro al haber sido aplicada la perspectiva aérea, quedando borroso por la lejanía. La composición además adquiere un doble ritmo, marcado por dos puntos de fuga diferentes, y cada uno ocupando la mitad del lienzo: en el tramo derecho destaca la profundidad del bosque, habiendo sido pintada con maestría con la interpretación de la luz sobre el follaje y por el camino que penetra la arboleda y se pierde en ella; en la parte izquierda del lienzo cobran protagonismo las nubes del cielo, que marcan el ritmo de la lejanía del agua, siendo aumentado este efecto con la utilización del paisaje secundario que hemos nombrado con antelación.
Se ha utilizado una paleta de colores clara, evitando los negros (transformándolos en marrones oscuros y claros para aclarar las sobras), y también se han evitado los blancos puros (siendo interpretado en su mayor pureza en la obra como blancos rotos o crudos). En el punto en la luz es más luminosa en toda la obra (casi en un primer plano, en el suelo del camino a punto de adentrarse en la arboleda), se ha desmaterializado la luz, resaltando el tono terroso del suelo del camino, degradándolo con pinceladas de amarillo para que no resalte demasiado y rompa la armoniosa composición, y se ha añadido además alguna pincelada verde clara por el mismo motivo. En éste tramo, y como es común en los impresionistas, la sombra no se ha realizado con marrones, sino con violeta, siendo éste el color complementario del que más destaca en este tramo: el amarillo crudo o roto.
Hay que destacar que a pesar de los diferentes elementos que abarca la composición (agua, cielo, follaje y tierra), y que además del ya dicho doble ritmo de la composición, tolla ella en conjunto es vista como algo armonioso y tímido, pues queda toda la obra unificada posiblemente además de por los tramos de cielo que se representan a través del follaje, por las diferentes tonalidades verdosas que se despliegan por cada uno de los elementos de la obra. Podemos observar la vuelta a sus primeras influencias de la Escuela de Barbizon, utilizando los verdes y marrones matizados mediante luces y sombras para captar la atmósfera de la naturaleza.
La impresión en sí que la obra me provoca es una sensación armoniosa pero al mismo tiempo melancólica. Pudiera ser por la predominancia de colores fríos sobre los cálidos, o por la lírica nostalgia de contacto con la naturaleza que se vive en la actualidad por el estrés de las ciudades y la sociedad consumista en la que vivimos. Aunque realmente no puedo hablar bien de la impresión que la obra me suscita, puesto que no tengo ocasión de verla en directo, sino a través de una fotografía de uno de los libros. Sin embargo viéndome obligada a ello, diría que después de leer sobre la vida del autor, su personalidad se refleja en la obra, como he dicho que aparenta distanciada y fría pero armoniosa, siendo la calma y la pasividad del autor una de las cualidades que se destaca en las biografías más valorada por sus amigos y por la gente que lo conocía, al mismo tiempo que la timidez que se refleja. Además el paisaje de por sí es una estampa solitaria, que refleja lo que sería la mayor parte de su vida, y también ésta etapa final, en la que ni siquiera estaba acompañado por su familia, y posiblemente estaría intentando encontrarse a sí mismo en los primeros lugares donde había empezado a pintar


     6.     LA OBRA EN LAS BIBLIOGRAFÍAS:
Poco dicen los libros sobre esta obra en concreto y sobre el autor, puesto que hasta hace poco se ha visto como el eterno segundón: no llegó al impresionismo puro como otros autores de la época, ni tampoco consiguió gozar de la fama que alcanzaron sus compañeros. Al intentar imitarle en la etapa media de su vida para poder sobrevivir de sus cuadros se habla de que lo único que consiguió realmente fue embrutecer su estilo propio. De hecho en algunos libros sobre impresionistas ni siquiera aparece, o como mucho mencionado como amigo de unos o de otros. Si se habla es más en conjunto sobre las obras de la última etapa de su vida en Moret-sur-Loing, a la que pertenece ésta que estamos tratando: se nos dice que Sisley intenta cambiar su estilo para parecerse más al de sus compañeros impresionistas más puros, visto su escaso éxito comparado con sus compañeros, y por necesidad económica, pero en esta etapa final, vuelve a ser fiel a sí mismo, volviendo un poco a su estilo inicial más sobrio que algunas obras que había intentado realizar como hemos dicho más al estilo de sus compañeros.
En cuanto a esta obra en concreto se nos comenta: “Sisley fragmenta la pincelada y la carga de materia. Sin embargo, la disolución del follaje de la derecha en múltiples matices luminosos no consigue anular la sensación de profundidad, conseguida con un estricto control de las zonas de luz y sombra sobre el camino. La curva del río, a la izquierda, ofrece una de sus características vistas panorámicas contraponiendo el azul del celaje con le del agua. Es precisamente el cielo el que actúa como elemento de transición entre ambos términos.”[1]


     7.     BIBLIOGRAFÍA:

-Jose María Faerna García-Bermejo. Colección LA ERA DE LOS IMPRESIONISTAS “Sisley”. Ed. Globuscomunicación S.A., 19

- Antonio Gala. La Luz en la Pintura. Ed. SEPI.
- Ramón Íbero. Dibujos de impresionistas franceses. Ed. POLÍGRAFAS S.A.



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[1] Colección LA ERA DE LOS IMPRESIONISTAS “Sisley”. Dirigido por Jose María Faerna García-Bermejo.
Ed. Globuscomunicación S.A., 1995

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